hambrienta de eternidad
busco Paraíso
en sueños a veces
visitado
una llama interna
de esencias perfumadas
no despego los pies
sólo me siento suspendida
un bienestar me alcanza
degusto lo nuevo
canto Su nombre
deleite no conocido
en las paredes del alma
en alabanzas nace
una lágrima rueda
moja hasta los pies de la Virgen
junto a quien me encuentro
arrodillada
“Y dijo María”
. .
. engrandece mi alma al Señor
y mi
espíritu se alegra en Dios mi salvador
porque
ha puesto los ojos en la humildad de su esclava
por
eso desde ahora todas las generaciones me llamarán Bienaventurada. . .
Ev. Según San Lucas 1, 46-47
poema y fotografía de Moni Indiveri de Vega
No hay comentarios:
Publicar un comentario