El deseo y la desesperanza abonan la búsqueda, que ya
desde el comienzo del libro se perfila en aquella frase de Nietzsche que lo
abre. El hombre que busca a Dios, corriendo en medio de la plaza, gritando como
un loco. No nos corresponde a nosotros especular si realmente se puede
encontrar a Dios o si el objeto de esa búsqueda es tan inasible como su nombre.
Moni
Vega nos plantea recordar, a la
manera de Pitágoras o de Platón. Recordar aquello que el alma sabe desde
siempre. Sabe porque ha sido parte de un todo más grande: “…somos estrellas de
una misma constelación… ”, nos dice.
En la sociedad
actual solemos utilizar la palabra locura para describir realidades diferentes.
A veces, para referirnos a estados psíquicos o personas que padecen
enfermedades que entran en la clasificación psicológica de la locura. También
usamos la palabra para describir situaciones difíciles de encuadrar en nuestros
paradigmas; decimos por ejemplo ¡qué locura esto! ¡qué locura aquello! Pero
pocas veces usamos el término locura para referirnos a lo sagrado. Sin embargo
existen tradiciones, en Oriente y en Occidente, para las cuales la locura es un
estado de la mente que sólo puede ser infundido por un dios. De hecho ésta era
la característica del chamán, del sacerdote, de la pitonisa.
Así es como místicos y poetas a lo largo de la historia
se han entremezclado, cuestionando las verdaderas fronteras de la mente. Locura, en
este sentido, es una capacidad de ver más allá de la realidad del cuerpo y la
materia, es la habilidad de conectarse con los mundos sutiles, con las
dimensiones espirituales del ser.
Por eso buscar a Dios y escribir poesía son actos de
locura. Sólo un loco puede buscar a Dios en este mundo. Sólo un poeta y un
loco, portador de ese fuego sagrado que impulsa la búsqueda y da vida a la
creación. Ésa también es la
locura. Pero es esa lo/cura que cura a quien la padece, que
repara porque une lo que antes estaba separado. Y ambas son formas de
despertar. Moni Vega
se reconoce a sí misma “… hambrienta de eternidad… ” y escribe. Poesía. Para
saciar el hambre. Y cuando ella sacia su hambre, que a la vez crece aún más en
la búsqueda, nos sacia a todos, nos deja un poquito más cerca de ese momento
primordial en el que el Verbo ya existía.
Yo la he visto corriendo por la plaza, gritando como una
loca ¡Busco a Dios! Y la he visto perderse y encontrarse y volver a perderse
para resurgir cada vez más íntegra, cada vez más ella. Y como parte de esas
pérdidas y reconocimientos, quedan los libros, por suerte, como testimonio de
toda resurrección: “…soy el abismo/que se yergue de sí- dice…”. “… hay
conexiones entre el amor
y el veneno/ aunque no emerjan/ de la misma grieta…”.
Este libro particular transita desde la lo/cura hasta la
curación a través de los capítulos que lo constituyen. Reconocerse en lo oscuro abre este viaje, donde los poemas nos
llevan a hacer luz en los aspectos de nosotros que no hemos reconocido y nos
invitan a vernos de una manera más total. Asomar
a la luz, como un llamado, como un destino de esas almas que recuerdan su
pertenencia a la
constelación. Sólo la Belleza, porque sólo la belleza nos redime,
que es otra forma de decir amor.
Así, transitando de la noche al día, aliándose con la
duda, compañera fiel de toda búsqueda verdadera, Moni Vega nos invita a
experimentar la curación que se produce cuando dejamos de sentirnos separados.
La búsqueda de Dios, la poesía, y todas las expresiones
que emulan el acto creador son la medicina que puede curarnos cuando olvidamos
nuestro destino, que persiste, atado a las estrellas. En las propias palabras
de Moni: “… nacida dos veces/ es incapaz de resistir/ el resplandor de los
relámpagos…”.
Prólogo de Graciela Caprarulo
al libro "Lo/Cura"
Este libro publicado en el año 2013, está a la venta con un CD que contienen 10 poemas musicalizados.
A continuación aparece el link del primer tema:
Destejo
https://docs.google.com/file/d/0B8xkvfhIMhAeRjhfcnNiNzg1YzQ/edit?usp=drive_web&pli=1
destejo cada noche la mitad
la guardo en papel de seda azul
senderos imagino
con olor a certeza
orientan a los dispuestos
y habitan corazones
sedientos de amaneceres
quiero recuperar la mitad de las pisadas
rellenarlas de ensueño
ser una más de las doce princesas bailarinas
anhelo rebanar una pequeña lámina del planeta
saborearlas sin condimentos
rozarla con la punta de la lengua y recordar
Moni Indiveri de Vega