Sonrisa de mujer buscaba, y era su
madre o su abuela y porqué no Rosita,
“la muchacha” como le decían.
Sonrisa de mujer que domó sus furias y
apaciguó el dolor de no tener una a su
lado.
Saberse hombre, tan diferente a ellas y
a su vez tan necesitado de esa presencia portadora del rostro materno del
Creador.
No es poca la ayuda que brindan para
sacar para afuera lo necesario para
adueñarse de la propia identidad. Con más o menos género, pero sabiendo quien es o
puede llegar a ser.
Cómo re-unirse
con la que lo complete como ser humano y
asomarse al borde de su propia periferia. Distinguir los colores que emana.
Pintar las costuras que unan esencias. Dibujarla en la mente con puntillas y
bordados. Ellas son siempre hermosas y dispuestas a contener sonriendo lo que se gesta de
a dos.
texto de Moni Indiveri de Vega
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