miércoles, 15 de julio de 2015

LA CASA DE LA MEMORIA

               
Hilvano cielos. La marioneta define el pensamiento. 
Al ras el tránsito es desordenado. Si no coincidimos, queremos sacarnos los ojos.
Hay que volver a la casa de la memoria. Cantar “el arroz con leche”, aunque esté casada. Buscar lo que me dejé en el patio de baldosas,  blancas y negras.  Regar el jardín para calmar la sed, del verde y las flores. Poder escuchar hasta, el estallido de la glicina, cuando revientan sus vainas.
La felicidad de memoria, construyendo caminos,  por todos los rincones. A pesar de lo feo, me hizo tan como soy. El amor no era a retazos.  Nunca de liquidación las concesiones. Las normas se cumplían y los compromisos también.
El valor de la palabra envuelta en respeto y de rodillas rezar la familia, a los pies de la Virgen.
Jugar en la vereda sin mirar para todos lados. Sólo el miedo al cuco y las noches de tormenta. La farolera tropezaba, pero no era para tanto. Visitar los abuelos como Caperucita Roja. Sentarse al lado de los ancianos de la casa, allí era adonde se encontraba la sabiduría, contada de la mejor manera. La biblioteca de la casa, muy importante, pero lo que no estaba en los libros, salían   de los “cuentos de la boca”. Un solo regalo traían los reyes el seis de enero.
La vida, un hilo, nunca debe cortarse, tampoco lo bueno que da la felicidad y lo necesario para alcanzar el título, de buenas personas. Será la manera de vivir lo nuevo, pero de otra forma.

un remolino concentra en su centro
depende por donde
haya pasado

quiero subir con él
acostarme en el reflejo no visto
bordarlo como un tapiz
concentrado del hilo
nunca cortado

sea una madeja bien hecha
para tejer lo que pueda abrigar
mi hambre nunca saciado





fotografía y micro relato de M oni Indiveri de Vega

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