Hilvano cielos. La marioneta define
el pensamiento.
Al ras el tránsito es desordenado. Si no coincidimos, queremos sacarnos los ojos.
Al ras el tránsito es desordenado. Si no coincidimos, queremos sacarnos los ojos.
Hay que volver a la casa de la
memoria. Cantar “el arroz con leche”, aunque esté casada. Buscar lo que me dejé
en el patio de baldosas, blancas y
negras. Regar el jardín para calmar la
sed, del verde y las flores. Poder escuchar hasta, el estallido de la glicina,
cuando revientan sus vainas.
La felicidad de memoria,
construyendo caminos, por todos los
rincones. A pesar de lo feo, me hizo tan como soy. El amor no era a
retazos. Nunca de liquidación las
concesiones. Las normas se cumplían y los compromisos también.
El valor de la palabra envuelta en
respeto y de rodillas rezar la familia, a los pies de la Virgen.
Jugar en la vereda sin mirar para
todos lados. Sólo el miedo al cuco y las noches de tormenta. La farolera
tropezaba, pero no era para tanto. Visitar los abuelos como Caperucita Roja.
Sentarse al lado de los ancianos de la casa, allí era adonde se encontraba la
sabiduría, contada de la mejor manera. La biblioteca de la casa, muy
importante, pero lo que no estaba en los libros, salían de los “cuentos de la boca”. Un solo regalo
traían los reyes el seis de enero.
La vida, un hilo, nunca debe
cortarse, tampoco lo bueno que da la felicidad y lo necesario para alcanzar el
título, de buenas personas. Será la manera de vivir lo nuevo, pero de otra
forma.
un remolino concentra en su centro
depende por donde
haya pasado
quiero subir con él
acostarme en el reflejo no visto
bordarlo como un tapiz
concentrado del hilo
nunca cortado
sea una madeja bien hecha
para tejer lo que pueda abrigar
mi hambre nunca saciado
fotografía y micro relato de M oni Indiveri de Vega
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