sábado, 13 de agosto de 2016
HEME AQUÍ
"Los padres remontarán el vuelo
y los hijos conocerán sus nombres"
Toni Morrison
Fui hija solamente por corto tiempo. Muy pronto estuve llamada a hacerme fuerte, siendo aún pequeña. El amor materno, mezclado con tu necesidad de madre, tejía telarañas que paralizaban mis actitudes infantiles, convirtiéndolas, sin buscarlo, en una trampa.
La vida, que me hizo conocer mi nombre tan tempranamente, confundió los roles. Sin embargo, el haber sido reclamada como madre siendo niña, de la mía propia y mis hermanos, no borraba mi alegría natural. Pero tantas otras cosas se mezclaron, confundiéndome. Era pequeña pero adulta, siendo adulta de pequeña. Doble juego infernal. Fraccionada tantas veces, dejando de hacer lo que me correspondía por derecho propio, ante la necesidad de cubrir espacios cuyas sombras no llenaba.
Difícil fue salir de la parálisis. Reclamada por los propios proyectos navegué en las turbias aguas de la bronca y de las culpas.
Un cajón era la meta de tu vida. Hablabas de la muerte renovando la fecha, paso a paso.
Con el tiempo medí cuenta de que romper la telaraña fue la única forma de salvarme.
Partí enamorada, tratando de no repetir errores.
Amándote con pena infinita de que no supieras ser feliz.
Te negaste a cambiar tu forma de vivir pues, con ello, perdías tu derecho a tenernos retenidos.
Cuánto tuve que bucear en mi interior para armar mi vida independiente. Muchas raíces aún quedan. Las arranco cada tanto sin poder eliminar el dolor que me desgarra.
A pesar de todo, no guardo rencores. Pienso que me diste lo que quedaba en tu corazón, de dolores no sanados.
Hoy la ancianidad limita tu forma de comunicarte. Sin embargo, no olvidas cómo hacer para enredarme. Te perdono y te quiero, sin dejar de imaginar de qué manera diferente podrías haber transitado por la vida, sin rencores, curando las heridas y mirando
hacia adelante.
Moni Indiveri de Vega
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