era la línea divisoria
el antes y el después
sólo adormilado se sobrevive
el hedor de los cuerpos
el aliento pestilente
sin poder conciliar el sueño
sobre la desnudez de la tierra
las manos se acalambran
de apretar el gatillo
sólo una tenue calidez en el pecho
la imagen de ella permanece
en los atardeceres lluviosos
o incendiados
ella remienda agujeros
bordados por el dolor
levantar las armas contra otros
cambió el rumbo del planeta
Caín y Abel
y un golpe en las puertas del infierno
texto del libro del libro "El Pez Muere Dorado" de:
Moni Indiveri de Vega
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