desprendidas
del todo
láminas
finísimas de mi cuerpo
se
abrieron
como
un abanico todas sujetas
desde
la cúspide
giraban
y giraban
formando
una cúpula de media esfera
las
partes desprendidas
la
levedad
plateada
melena coronaba su origen
un
corazón en ofrenda
las
manos abiertas
eran
patenas
los
dedos libros
moraba
adentro y afuera
era
santuario
orante
y peregrina
era
volver
presencia
más allá de mí
despojada
de todo desvarío
era
mi cuerpo de variados colores
eran
ventanas mis ojos
en
todo el perímetro
un
Sagrario
altar
de jacintos
y era
la Madre la llave
para
habitarlo
texto del libro "El Pez Muere Dorado" de:
Moni Indiveri de Vega
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