miércoles, 6 de noviembre de 2013

El diamante



Frotó las yemas haciendo presión entre una mano y la otra. Abrió la bolsa y buscó afanosamente. Al fin sintió entre los dedos, la cajita redonda. La abrió con urgencia y sacó una buena cantidad del contenido, y lo esparció en cada mano. Comenzó por la muñeca. Giró una y luego la otra a la vez que barría las escamas que la sequedad había producido. Luego la esparce en las palmas, y sigue. Untó uno a uno los dedos. No estaba acostumbrada a la aspereza de la piel. La geografía de las manos tomó otro aspecto. Las puso a contra luz para apreciar el cambio. Así fue que descubrió un brillo intenso en el suelo. Lo alcanzó con las puntas de los dedos.  El destello de la piedra era muy fuerte. La hizo correr para un lado y para el otro  de la palma.  Instintivamente los apretó.  El temor de perderlo hizo que percibiera, en los tímpanos, sus propios latidos.  Como un reloj antiguo que acelera el tiempo. Como una cascada que incrementa su caudal. Su cabeza elaboró diferentes hipótesis. La imaginación alimentaba desenlaces. Figuras recortadas permanecían incrustadas en las aristas de la talla. Abrió de nuevo la mano y dejó que se deslizara, lentamente, en la boca oscura.

Moni Indiveri de Vega
Collage Plegaria de José Vega

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