Un curso de agua quieto
se desliza sin perder su transparencia ni entorpecer el silencio y era mi paseo
por su orilla recordando otros tiempos, iguales pero lejanos, donde no crujían
con el viento las hojas que desnudan el otoño. Mi pequeñez no olvidó aquellos
momentos dejados muy atrás, en que mi padre me
invitaba a recorrer esa misma orilla, pero perfumada a primavera.
Recuerdo como mis manos no alcanzaban a sostener los ramilletes multicolores apretados
entre mis flacos dedos, mientras escuchaba las historias familiares que nutrían
mis recuerdos. Así conocí a mis abuelos italianos, en relatos llenos de
fantasías de largos viajes en barcos y canciones napolitanas.
Si no se tuvo la posibilidad de convivir con las
historias, los relatos oportunos construyen imágenes tan auténticas como lo vivido, siempre que las palabras dibujen
con amor , lo que ellos vivieron.
fotografía de José Vega
micro relato de Moni Indiveri de Vega
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