Se insinuaba el atardecer después del fuego de aquel
verano
caliente. Los rayos oblicuos imprimían intensidad a las huellas
en la arena, y al mirarlos con detenimiento visualicé figuras que podían
transformarse en palabras. Busqué el teléfono, enfoqué un rectángulo
de su color tostado y disparé. Cerré la cámara y abrí el archivo de
"momentos" donde se guardan en el teléfono y busqué. Habían
quedado tan nítidas las formas como me las había imaginado.
caliente. Los rayos oblicuos imprimían intensidad a las huellas
en la arena, y al mirarlos con detenimiento visualicé figuras que podían
transformarse en palabras. Busqué el teléfono, enfoqué un rectángulo
de su color tostado y disparé. Cerré la cámara y abrí el archivo de
"momentos" donde se guardan en el teléfono y busqué. Habían
quedado tan nítidas las formas como me las había imaginado.
destejo cada noche la mitad
la guardo en papel de seda azul
senderos imagino
con olor a certeza
orientan a los dispuestos
y habitan corazones
sedientos de amaneceres
quiero recuperar la mitad de las pisadas
rellenarlas de ensueño
ser una más de las doce princesas bailarinas
anhelo rebanar una pequeña lámina del planeta
saborearla sin condimentos
rozarla con la punta de la lengua y
recordar
fotografía de José Vega
poema del libro "Lo/Cura" de Moni Indiveri de Vega
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