sábado, 16 de noviembre de 2013

Lo no dicho



           

         Un gesto delata el disgusto. No era su intención dejarlo escapar. Aún así ya no le pertenece. Toma autonomía lo no dicho, deambula hasta habitar adonde se introduce. Tierra fértil encuentra donde podría  reparar la paradoja, reconstruir lo bello. Una vez  habitada, por  largo tiempo en ella, reposa. A su vez crece, llega a lugares adonde puede desparramar su perfume. Se hace idea que busca salir del nuevo cuerpo que habita. Fortalecido viste lo necesario para llegar a ser voz.  Mueve al cuerpo en el aliento. En el rojo sin abrir los labios, lo mastica para lanzarlo al vacío por esa boca que prefiere escupirlo.

                                            texto de:   Moni Indiveri de Vega
fotografía de:             Sergio Vega

viernes, 15 de noviembre de 2013

La casa de la memoria





Hilvano cielos. La marioneta define el pensamiento. Al ras del suelo, el tránsito es desordenado. 
Desarmonizados  no coincidimos en el alcance de las normas, y  por consecuencia, queremos sacarnos los ojos.
Hay que volver a la casa de la memoria. Cantar “el arroz con leche”, aunque esté casada. Buscar lo que me dejé en el patio de baldosas,  blancas y negras.  Regar el jardín para calmar la sed, del verde y las flores. Poder escuchar hasta el estallido de la glicina, cuando revientan sus vainas.
La felicidad de memoria, construyendo caminos  por todos los rincones. A pesar de lo feo, me ayudó a ser, tal como soy. El amor no se daba de a retazos.  Nunca de liquidación las concesiones. Las normas se cumplían y los compromisos también.
El valor de la palabra envuelta en respeto y de rodillas rezar la familia, a los pies de la Virgen.
Jugar en la vereda sin mirar para todos lados. Sólo el miedo al cuco y a las noches de tormenta. La farolera tropezaba, pero no era para tanto. Visitar los abuelos como Caperucita Roja. Sentarse al lado de los ancianos de la casa, allí era adonde se encontraba la sabiduría, contada de la mejor manera. La biblioteca de la casa, muy importante, pero lo que no estaba en los libros, salía de los “cuentos de la boca”. Un solo regalo traían los reyes el seis de enero.
La vida, un hilo, nunca debe cortarse, tampoco lo bueno que da la felicidad y lo necesario para alcanzar el título, de buenas personas. 
¿Sería ésta, la manera de vivir lo nuevo? Conservar las costumbres, pero de otra forma y a otro ritmo.

                  un remolino concentra en su centro 
depende por dónde
haya pasado

quiero subir con él
acostarme en el reflejo no visto
bordarlo como un tapiz
concentrado del hilo
nunca cortado

sea una madeja bien hecha
para tejer lo que pueda abrigar

mi hambre nunca saciado


fotografía y texto de:     Moni Indiveri de Vega 

Crecer



Se oye lejano el murmullo de la voz que no toca. Estira el cuello, abre la escucha tanto como puede. Ante lo imposible pega el ojo a la rendija horizontal, rebanando una parte de la escena. ¿Será real lo que construye en el esfuerzo? ¿O son parte de otra parte que no alcanza en su totalidad?  No se resigna, quiere unir las posibilidades dibujadas en la memoria. Monstruosa perturbación lo domina cuando descubre su inclinación a lo tenebroso, todavía. Llora luz, mojando su propia mezquindad. Quiere crecer, despegar los pies para entrelazar los dedos en las opciones transitadas, que le quitaban peso. Ser fiel a lo que perdió en el camino. Abrir bien los ojos para ver las maravillas del mundo que, a veces, ignora.
Es sólo amor –dijo

                                                    texto de:     Moni Indiveri de Vega 
collage en tela de :            José Vega

miércoles, 13 de noviembre de 2013

En lo alto, el viento fortalece


sin romper el equilibrio
el manto blanco cubre
y dilata lo visible

toma nombre lo que asoma desde cada

baño de creatividad manifiesta
lo bello

un viento limpia
despojado emerge

sobre el propio eje
inventa
un nuevo paradigma

la semejanza 
muta
sin perder la esencia    

texto de: Moni Indiveri de Vega
fotografía de: Sebastián Vega

Eco de la Luz


un milano anuncia la primavera
y se humedecen allí
dones dormidos
todas las herramientas en cada célula
un ser desprendido
de la totalidad
de la que soy parte
el agua inunda laberintos
y se siente mar
se hace difícil tocar la orilla
dibujada en el Amor
la memoria se hace experiencia
germino
y puedo ser espiga o pincel
la identidad
recuperada
cuando menos lo espera
resbaloso el musgo
da la cuota de frío necesaria

sólo perdón balbucea
el escozor se adueña del espacio
y decide lavarse los dientes
¿entregarse es la locura?
hacer experiencias de amor
la expone al vértigo
arder en un fuego inextinguible
que dilate el núcleo
todavía
resplandece ahora
en cada tramo
lo inimaginable toma nombre
en lo que a ciegas
busco
hacia el mar   muy lejos
adonde me vaya
tras el azul-rosa
de los capullos
en la llanura del misterio
el grito ceremonial
¿dónde el resplandor?
no se detiene el rítmico movimiento
aún en los momentos de vigilia

Poema final del Primer Capítulo del libro "Lo/Cura"
de Moni Indiveri de Vega

Collar de flores



cuando florezcan los jacintos
sin codicia querré
cubrir con ellos           mi cuerpo

preludio del solsticio

collar de flores
en la llanura del misterio
grito ceremonial




Poema del segundo capítulo del libro "Lo/Cura"
de Moni Indiveri de Vega
“. . .Cuando el interior está vacío, de nada se duda. . .”


Su Dong-po 


un vertiginoso flujo de partículas
peregrina por la piel del universo

mecido en un pentagrama
tiembla el cuerpo
zarandeado por el mal que expulsa

sólo perdón     balbucea

mil pájaros cantan

clepsidras en el templo de Isis
un espejo refleja su luz
duplica la estrella

en el camino
un milano anuncia
la primavera

Poema del segundo capítulo del libro "Lo/Cura"
de Moni Indiveri de Vega

Eco de lo oscuro


es incapaz de resistir                                                            
el resplandor de los relámpagos
sol negro         suspendido
entre el deseo y la desesperanza
lo que se despierte
no se volverá a dormir
ni una grieta interrumpe las sombras
cada vez se le hace más alto el precio
se zambulle
a dónde pertenece
deshidratada se aleja
de lo que calma          la sed
para torcer las intenciones
y el miedo se instala
en esa boca
de estrangulado grito
la seduce coleccionar
corazones quebrados
le crecen afilados los colmillos
por la alcantarilla se escapa
lo que queda
a veces le dan fuerza las raíces
rizos nuevos buscan
recuperar la apariencia
otra forma inefable de morir
alrededor no crece
ni la mala hierba
en un suspiro el arrepentimiento
se extiende
de quien quizás despertó el fuego
alas quemadas
no sacan brillo
las manos de arena no pueden
aunque no emerjan de la misma grieta
descubrir el escondite
del animal
aceptar su sombra en lo finito
que muta la naturaleza de la roca
el rechinar de los afilados dientes
no fue lo peor
una soga de sábanas
la despierta
intenta sonreír
sin abrir los labios 
ni mostrar los dientes
nadar en un vientre acuoso
soledad de madrugada
 inevitable el descenso



Poema final del primer capítulo del libro "Lo/Cura"
de Moni Indiveri de Vega

domingo, 10 de noviembre de 2013

La noche de Halloween


el trote del animal
en la huella
la pezuña partida
en la noche de halloween
no se puede
y busca disimular
calzando zapatos nuevos

el zumbido de la mosca
en la tarde de diciembre
en el oído que no escucha

la capa de ozono
achicándose en el descuido
que no deja a nadie
gozar del sol
la piel arrugada
no es suave

el lujo que sobra y no agrega
lo grotesco adquiere relevancia
no se siente vulgar pero
destiñe
texto: Moni Vega
   fotografía: Sebastián Vega

           
 

Baraja los recuerdos



El pasado se comprime en un rayo de luz que descansa en la fotografía. Sentada frente al reflejo escudriña cada detalle. La memoria dibuja y completa la imagen. Se hace un lirio violeta que se abre a la verdad. Trasmuta lo real. Se resiste a volver y perderse en la confusión de los recuerdos. Los dispone como cartas de un mazo y los baraja. Saca de a una cada escena. Siente una alegría inmensa al verse niña, haciendo gimnasia en la barra del patio. Su madre regando las plantas cubiertas de flores y su mirada triste, que se filtra entre sus largas pestañas. Nuevamente concentra la atención en la foto, reconoce su propia sonrisa y decide quedarse con lo que ve.


texto: Moni Indiveri de Vega
fotografía: José Vega

Un nido en mi jardín



cada mínima nervadura
que sostiene la quebradiza hoja
cada mínima pluma que
la brisa desplaza
engarzada en su pico
construye en el ángulo
más resistente 
de la rama
el frágil  nido
que dará cabida
al más pequeño de los huevos

sus alas y su largo pico
en su particular aleteo

colibrí

(almas
de los guerreros
aztecas)

encogiendo tus patas
solo pico y cola
asomarán
hasta que el brillo
de tu lomo
despierte la continuidad
de tu especie



texto:  Moni Indiveri de Vega
fotografía: José Vega

viernes, 8 de noviembre de 2013

En el ángulo derecho del espejo

            La culpa compite con la opacidad de la piel. Todo intento acumulado en el fracaso.
          Una noche cualquiera, decide guardar las cenizas de cada cigarrillo. ¿Qué sería de sus pulmones si este era el desecho? Crecía día a día la materia restante de los viajes del humo hacia adentro.
            El placer no alcanzaba a borrar la bronca de saberse dependiente. Busca la caja llena  de cenizas, va hacia el espejo, humedece su rostro, para luego pegar las partículas grises, sobre la piel castigada. Lo hace prolijamente, empujando con sus dedos hasta el borde del escote.
        Se mira, el espanto no es suficiente para expresar lo que siente. Lágrimas corren por el nefasto maquillaje. Va hasta el escritorio, saca la cámara de fotos y, enfocándose a sí misma, aprieta el disparador.
            Cuando tiene la foto en su poder, la pega en el ángulo derecho del espejo.




texto:  Moni Indiveri de Vega
collage: "Danza con fuego" de José Vega"

Poder parirse al amanecer


un golpe certero
                 
en la débil cicatriz


en gota brillante asoma su rojo

un escozor viborea
encoje el cuerpo
escondiendo su centro

se empequeñece su afán
dispersa      la alegría
aún así resiste

no quiere ver la luna

poder parirse en el amanecer

  Moni Indiveri de Vega
Fotografía de Sergio Vega

jueves, 7 de noviembre de 2013

Ofrece a su Niño



ensimismada       
un río esmeralda que no ruge
en el núcleo      aguas quietas
contenidas en sí misma

una imagen femenina
traslúcida  

con las manos abiertas
ofrece a su Hijo

tiempo sin tiempo
                
una fortaleza        habita

Moni Indiveri de Vega


En el vértice del latido


quería desaparecer
agotarse en el límite del propio contorno
ser luz que se filtra
por las grietas del cuerpo

conocer el origen
palpar la herida que eclosiona
en el vértice del latido
poder dar respuesta
a la ignorancia aglomerada

y transformarse
en susurro de amor


Moni Indiveri de Vega
Fotografía de Moni Vega 
 Lunlunta - Mendoza - Rca. Argentina

miércoles, 6 de noviembre de 2013

El diamante



Frotó las yemas haciendo presión entre una mano y la otra. Abrió la bolsa y buscó afanosamente. Al fin sintió entre los dedos, la cajita redonda. La abrió con urgencia y sacó una buena cantidad del contenido, y lo esparció en cada mano. Comenzó por la muñeca. Giró una y luego la otra a la vez que barría las escamas que la sequedad había producido. Luego la esparce en las palmas, y sigue. Untó uno a uno los dedos. No estaba acostumbrada a la aspereza de la piel. La geografía de las manos tomó otro aspecto. Las puso a contra luz para apreciar el cambio. Así fue que descubrió un brillo intenso en el suelo. Lo alcanzó con las puntas de los dedos.  El destello de la piedra era muy fuerte. La hizo correr para un lado y para el otro  de la palma.  Instintivamente los apretó.  El temor de perderlo hizo que percibiera, en los tímpanos, sus propios latidos.  Como un reloj antiguo que acelera el tiempo. Como una cascada que incrementa su caudal. Su cabeza elaboró diferentes hipótesis. La imaginación alimentaba desenlaces. Figuras recortadas permanecían incrustadas en las aristas de la talla. Abrió de nuevo la mano y dejó que se deslizara, lentamente, en la boca oscura.

Moni Indiveri de Vega
Collage Plegaria de José Vega

La Magnificiencia





la magnificencia
flota en el borde
no se pesca  

solo está
no contesta preguntas

es tan ligera
como la oración del místico
tan suave como
las patas de una araña

no hay jaula que la contenga
ni barrotes en su avance

recoge todas las virtudes

en ella el tedio
no tiene cabida

                                   Moni Indiveri de Vega
Fotografía de José Vega
Potrerillos - Mendoza - Rca. Argentina

martes, 5 de noviembre de 2013

Amanece cayendo


amanece cayendo
su lastimada condición
más y más abismo 

la negrura toma forma   

imposible manejar el cuerpo
menos aún la voluntad

se distancia y no logra vislumbrar        

encarcelada
no encuentra el rumbo de lo cotidiano

cada vez se le hace más alto el precio

Moni Indiveri de Vega
Poema del Primer Capítulo del libro "Lo/cura"


Opuesto de la luz

opuesto de la luz                                                                                                                         
el punto de ruptura

una fuerza de disolución desboca el magma 
la regresión la absorbe

se desliza con velocidad a lo caótico
a ese gelatinoso sentir

rostros de papel la esconden
ellos obedecen la ley de gravedad
uno a uno         caen
                       
se hacen posibles nuevas formas

nacida dos veces
es incapaz de resistir
el resplandor de los relámpagos

Moni Indiveri de Vega
Poema del  Primer Capítulo del libro "Lo/cura"

El grito


hasta los nudillos desaparecen
en el borde de los labios
ella quiere obstruir
la salida
cosiendo globos
pompas de jabón
habitadas por retazos
del cuerpo

las falanges
dan nueva forma
a esa boca
de estrangulado grito


Moni Indiveri de Vega
Poema del primer capítulo del libro "Lo/Cura"

lunes, 4 de noviembre de 2013



Presentación del libro
“Lo/cura” de Moni Indiveri de Vega


V Jornadas Diálogos: Literatura, Estética y Teología, 2013
Facultad de Filosofía y Letras - UCA


Este documento está disponible en la Biblioteca Digital de la Universidad Católica Argentina, repositorio institucional desarrollado por la Biblioteca Central “San Benito Abad”. Su objetivo es difundir y preservar la producción intelectual de la Institución.
La Biblioteca posee la autorización del autor para su divulgación en línea.
Cómo citar el documento: Salvo, Adrián. “Presentación del libro “Lo/cura” de Moni Indiveri de Vega” [en línea]. Jornadas Diálogos : Literatura,
Estética y Teología. La libertad del Espíritu, V, 17-19 septiembre 2013. Universidad Católica Argentina. Facultad de
Filosofía y Letras, Buenos Aires. Disponible en:
http://bibliotecadigital.uca.edu.ar/repositorio/ponencias/presentacion-libro-locura-indiveri.pdf [Fecha de consulta: ….]





JORNADAS DE LITERATURA, ESTÉTICA Y TEOLOGÍA
Presentación del libro Lo/cura de MONI INDIVERI DE VEGA
ADRIÁN SALVO


Puesto a elegir el punto de vista desde el cual presentar la obra poética de Moni
Vega, “Lo/cura”,1 se me ocurre el más oportuno el de simple lector que transmite sus
impresiones más allá de toda pretensión erudita.
En este sentido, habría de comenzar apuntando que el primer acercamiento a la obra
de Moni no me produjo precisamente deleite. Una noche como otras, acabada la jornada de
trabajo habitual, me dispuse a la lectura del texto y desde el comienzo sentí una especie de
trompazo demoledor en pleno rostro, como quería Roberto Artl quien, apelando a una
metáfora del boxeo, pretendía que su literatura funcionara como un “upper cut en la
mandíbula” del lector.
Con esto pretendo aludir a que la poesía espiritual o mística de Moni no recurre a
cierta tendencia de la poesía religiosa que busca conmover apelando a golpes de efecto
sentimentales. Su primer efecto es más bien deconstruirnos, descolocarnos, sacarnos
brutalmente de nuestra zona de confort.
Y, entonces, mi primera impresión fue: “Ah, esto va en serio”.
Creo que mi sorpresa se debe a lo difícil que parece el surgimiento de poesía
verdaderamente religiosa en el contexto de la post-modernidad. Pareciera necesario el
advenimiento de un lenguaje nuevo, de categorías distintas, que no pueden brotar de
consideraciones intelectuales o de elaboraciones técnicas, sino sólo de la irrupción del
Espíritu que “sopla donde quiere”. Y que muchas veces nos agarra desprevenidos (como
me pasó a mí).
Pero el Espíritu del viento arrollador es el mismo de la brisa suave, el Paráclito que
brinda la paraclesis. Y el primer consuelo que tuve como lector fue la sensación de estar
leyendo poesía religiosa y cristiana en mis categorías culturales, es decir, en las categorías que me son propias y afines. Como a muchos creyentes, me ha sido dado el ser conmovido por la lectura de autores de distintos tiempos y latitudes. Pero, en mi caso al menos, no lo ha sido así por respecto a la lectura de autores contemporáneos. Y creo que siempre existe la tentación de quedarse estudiando y comentando a los ya consagrados. Frente a esta tendencia nos advierte Rahner en forma desafiante: “sólo es capaz de conservar su pasado, quien sale a conquistar su futuro”.
Ahora bien, ¿en qué me fundamento para hacer estas afirmaciones? ¿Por qué pensar qué Moni logra expresarse místicamente en un contexto post-moderno?
Recurro, entonces, al texto nietzscheano que ella misma antepone a la apertura de su
obra. El famoso texto en que Nietzsche nos presenta justamente al “tolle Mensch”, al hombre loco, que expresa la “Tollheit” o locura que se deriva de “la muerte de Dios”. Esta profecía anticipa la post-modernidad que advendrá siglos más tarde. Como advierte el mismo loco: “Vengo demasiado pronto, mi hora aún no ha llegado”. Es la locura que se deriva de la segunda y tal vez (?) definitiva “Entmythologisierung” o desmitologización. La locura del racionalismo moderno parece haber arrancado al mundo de su fundamento espiritual, mundo que queda sin referencias, abandonado a un errar sin sentido. Ya no hay más un arriba y un abajo: “Gibt es noch ein Oben und ein Unten?”, nos pregunta el loco del texto nietzscheano.
Y, sí, podemos darle toda la razón en afirmar que hoy no tiene sentido ubicar un
cielo o un infierno en lugares físicos. La teología cristiana ya hace rato ha
descosmologizado los lugares últimos, escatológicos.
Entonces, ¿dónde ubicar un supramundo, un submundo, un trasmundo o ultramundo? ¿Dónde ubicar esos lugares reclamados por el espíritu humano que no cesa de lanzarse a la aventura de encontrar un destino proporcionado a sus aspiraciones?
Nietzsche nos hace conscientes de que ya no podemos retroceder un paso hacia atrás en busca de un mundo que ha sido definitivamente desdivinizado, pero nos advierte también que un paso hacia adelante nos espera el abismo. ¿Hacia dónde ir, entonces?
Moni recoge el guante que echa Nietzsche y se lanza a buscar esos lugares últimos en lo sencillo y tremendo de la cotidianeidad, de una cotidianidad vivida tan intensamente que “enloquece”, pues se vuelve a un tiempo “tremens et fascinans”, como decía Rudolf Otto respecto del misterio. En lo intramundano de la cotidianeidad confronta con la locura en búsqueda de una salida trascendente: “sólo podemos crecer en la noche atravesándola” (p.76).
Ahora bien, su proceso es peculiar, pues se produce de manera distinta y opuesta a lo que nos tiene acostumbrados la tradición de anábasis/catábasis, en que los movimientos opuestos se suceden alternativamente y en que primero se desciende para luego ascender.
Es que las peregrinaciones tradicionales descienden a un inframundo físico, para luego ascender a un trasmundo o mundo transfigurado por la experiencia. Ella, en cambio, en un solo movimiento “amanece cayendo”, según lo expresa un sorprendente oxímoron que sólo es posible en un contexto post-moderno: “amanece cayendo su lastimada condición más y más abismo” (p. 24). Y es en ese mismo proceso en que enfrenta la necesidad de abandonarse a la locura misma: “por debajo la ceguera vislumbra la distancia la ambigüedad confunde ¿entregarse es la locura?” (p. 74).
Parece necesaria a esta altura una reflexión sobre la locura desde el punto de vista psicológico. Durante siglos la locura se consideró como pensamiento disgregado, caótico, sin lógica interna ni valor alguno. Entre fines del s. XIX y principios del XX, la psicología profunda desencadenó un giro copernicano: la palabra que expresa la locura no sólo se ha vuelto legítima, sino que constituye un verdadero lenguaje, un idioma propio, sujeto a reglas específicas, singulares, que exceden la órbita de lo tangible, lo racional y lo evidente porque surgen de eso que no sabemos de nosotros mismos, de lo inconsciente.
La curación no se encuentra, por tanto, en el rechazo y represión de la locura. Sólo se la puede redimir en la medida en que se la asume y se la trata de entender y elaborar.
Como dice San Ireneo, “lo que no se asume no se redime”. Y creo que la originalidad más grande de la obra de Moni es insertarse en el corazón del mundo moderno asumiendo su locura, para, desde allí, ncontrar a Dios.

Mucho de la psicología profunda forma hoy parte del acervo de la sabiduría popular. Dice un grafitti en una pared cualquiera de la ciudad de Buenos Aires: “No reprimas tus locuras, te vas a volver loco”.
Pienso que ese mismo es el mensaje de Moni. Y pienso que se lo dice a Nietzsche y nos lo dice a nosotros. Nuestras locuras parciales ofrecen caminos para sortear la Locura.
Animarnos a transitarlas es un modo de evitar la gran fractura de la psiquis. Las locuras parciales también son portadoras de verdad. Y no hay camino hacia la verdad más propia, única, intransferible que pueda soslayarlas. La Lo/cura es un lenguaje que esconde un grito de salvación en coordenadas desconocidas, fragmentadas, que sólo pueden articularse a través de una escucha distinta, humilde, amigable. Es el lenguaje de los desesperados, de los que no se ajustan a las estructuras de este mundo, de los que no encajan en la propia historia.
Moni se decide a recorrer todos los entresijos de las propias contradicciones para gritar desde ese lugar, entre la luz y la sombra, que anhela redención para lo más humano que anida en cada uno de nosotros, eso que escapa a todo sistema ordenador del mundo, eso que habita entre la Nada y Dios.
Es entonces que la cotidianeidad puede volverse amenazadora. Las inofensivas sábanas cuya suavidad y tibieza acompañan habitualmente nuestro despertar, se transforman en sogas que nos ahorcan en aquellas épocas terribles de nuestra vida en que abrir los ojos es volver a enfrentar la muerte (“un sudor le hace brillar las mejillas un latido le revoluciona el pecho cuando una soga de sábanas la despierta” p. 50). Eso que se entiende sólo cuando se ha transitado tal experiencia límite o se ha acompañado empáticamente a otros que han pasado por ahí.
La autora emprende una aventura espiritual que arrasa con su realidad psíquica y física (“en lo indefinido nace su metamorfosis y el miedo se instala” p. 24), poniendo todo patas para arriba hasta dejar que se instaure un orden nuevo. Hay que tener mucho valor para aceptar ese abandono de seguridades, ese nivel de desorganización psicofísica. Pero no busca escapar fugando a través de una ayuda alienante: “siente que algo la persigue a veces le dan fuerza las raíces” (p. 34).

Si bien la psicología nos ayuda a entender la dinámica de la locura, la razón de la sin-razón, ella no se puede arrogar la pretensión de “explicarla”. Es por eso que ninguna psicología puede controlar el proceso de la cura, sino a precio de domesticar la conducta humana.
Hay una instancia que excede a toda ciencia, incluso a la psicología. Vienen a la memoria los versos de Walt Whitman: “¡Mirad! La ciencia imponente de vista penetrante, contempla lo moderno como desde una alta cumbre, decretando sucesivos mandatos absolutos. Pero ¡mirad de nuevo! El alma está por encima de toda ciencia…”.
Justamente el miedo a la Locura hace que muchas vidas sientan la tentación de regirse sólo por lo normativizado, lo que se piensa, se dice, se hace…Ese afán de normativizar es tal vez la promesa de salvación que, en distintos envases, ha venido ofreciendo la racionalidad técnica del mundo moderno.
El alma “liberada por la locura” más que huir del mundo, anhela conectar con él en forma directa y sin defensas para apresar su significado trascendente: “aprender desprendiéndose desnudarse los pies para sentir el latido de la tierra su contextura” (p. 96); “anhelo rebanar una pequeña lámina del planeta saborearla sin condimentos rozarla con la punta de la lengua y recordar” (p. 15).
Moni nos desafía a asumir la singularidad de nuestra existencia. El camino que ella nos muestra atraviesa un proceso dialéctico de dolor/alegría, duda/certeza, luz/tinieblas, inquietud/calma… Haciendo eco de la Belleza, nos invita a afrontar los desequilibrios como hitos necesarios en la búsqueda de la propia síntesis.
Sólo entonces es posible la salida, el “ascenso”, una vez que la persona alcanzó su integridad singular y se ha liberado del mundo como “manicomio” para habitarlo como lugar de salvación: “puedo volar hasta donde no conozco no habito ya entre paredes blancas” (p. 116).

1 MONI INDIVERI DE VEGA, Lo/cura, Nuevo Hacer. Grupo Editor Latinoamericano, Buenos Aires, 2013. Las

referencias a la obra se dan colocando entre paréntesis (p. seguido del número de página).