miércoles, 30 de octubre de 2013

Sin sostén de rama





Un túnel verde filtra la luz del mediodía. Las ruedas de la bicicleta la introducen en la brisa mañanera, avanzando en una espiral de frescura. La respiración profunda despierta el deseo. Sumergirse en aguas, hasta mojarse el pelo. Relajado el cuerpo, flotar sin esfuerzo, sin tener noción del tiempo. Ondular la mente desgastando las aristas y así prepararse para comulgar con lo que la espera e interroga. En el espacio alcanza los dones. Puede construir nidos sin sostén de rama. Tener pico de ave para elaborar lo propio. Sale del agua y mantiene la frescura de lo más profundo.  





Moni Indiveri de Vega




Fotografía de Moni Vega

Palermo - Buenos Aires - Rca. Argentina

lunes, 28 de octubre de 2013

Anorexia



entre el espejo y el placard
su universo
la figura hachada
la imaginación devuelve
la desmesura

la mirada resbala sin encontrar
placer como antes

el olor se anticipa al barrote
del que penden las perchas
ordenas sostienen
lo que pueda abrigar

descarnados escotes

escondidas en los rincones
bolsas de alimento
cómplices de su engaño

ni un bocado atraviesa
la garganta
ni un hilo rojo muestra
la posibilidad de ser cuenco

por la alcantarilla se escapa
lo que queda

                                                                                                                                                                  
                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                     Extracto del libro: "Lo/Cura" de Moni Indiveri de Vega
del primer capítulo "Reconocerse en lo oscuro"

yo soy ese brote zarandeado



yo soy ese brote zarandeado

en el desmayo sueña despierto
en una habitación blanca
que aprisiona
el cielo que quiere atrapar

de vez en vez las estrellas
parecen ruedas de carros
no enlodadas
latiendo sin piedad

siento el camino por detrás de la piel

puede leer en una línea horizontal
dividirla en dos
cuando no desprecia la luz
los demonios se van

tiembla en regreso libre de ataduras

el peregrino recorre todo
con un no entre los dientes   
                                                    a Van Gogh                             


Moni Indiveri de Vega

La belleza necesaria



Alguien me obligó a morder el miedo. Y fue ella. Las manos trémulas y los ojos vacíos. Yo necesitada, no solo de un cuerpo, también de un gesto que no fuera de exigencia a crecer tan rápido. Todo lo urgente de su dolor postergando el vuelo de pájaro que mi cuerpo necesitaba. Aún espero su mano. Quiero que me sostenga la belleza, tan necesaria en la niñez. Ser pétalos blancos que no sangren y poder mirar en el rectángulo tentador de esa ventana, al mundo que me espera, sin temor.
la belleza necesaria
vuelve
nunca es tarde

y si lo fuese         después
del otro lado
que no conozco

seré
embellecida


Moni  Indiveri  de Vega
Fotografía de Moni Vega




. . . yo no soy nada
un pulso herido que ronda las cosas

del otro lado.  .  .   
  
Federico García Lorca

el tiempo líquido
se escurre
entre los días del calendario

es una bisagra       la vida

navegar el borde
sin la profundidad necesaria
encalla  las intenciones

igual a un desierto
y sus dunas
irreconocibles después del viento

otro paisaje en la cima

escalones de arena
y la necesidad de  dar saltos
aunque no alcance
el largo de las piernas

              

casi todos en el borde
buscan respuestas
a tanto interrogante

multiplicidad de profetas
abren la escucha


el Espíritu sopla donde elige
sobrevolar


Moni Indiveri de Vega
 Fotografía de Sergio Vega
La Pionera - Uruguay 



miércoles, 23 de octubre de 2013

Prólogo poético del libro Lo/Cura

destejo cada noche la mitad
la guardo en papel de seda azul


senderos imagino
con olor a certeza

orientan a los dispuestos
y habitan corazones
sedientos de amaneceres

quiero recuperar la mitad de las pisadas
rellenarlas de ensueño
ser una más de las doce princesas bailarinas

anhelo rebanar una pequeña lámina del planeta
saborearla sin condimentos
rozarla con la punta de la lengua y recordar

Nietzsche - acápite

“No oíste hablar de aquél que 
en pleno día corría por la plaza pública
con una linterna encendida, gritando sin cesar: 
¡Busco a Dios!
(. . .) ¿se ha escondido?
(. . . ) ¿se ha extraviado?
(. . . ) ¿tiene miedo de nosotros?
Os lo voy a decir. Le hemos matado, 
vosotros y yo, todos somos sus asesinos.”

Aforismos de “La muerte de Dios”
Friedrich Wilhem Nietzsche

Prólogo

LO/CURA

“… Todo aquél que haya oído hablar de mí, que se prepare para venir a verme; todo aquél que me desee, que me busque. Cuando me encuentre – y me encontrará- que no tenga ojos más que para mí…”.
                                                                                                                                                   Shams – i- Tabriz


El deseo y la desesperanza abonan la búsqueda, que ya desde el comienzo del libro se perfila en aquella frase de Nietzche que lo abre. El hombre que busca a Dios, corriendo en medio de la plaza, gritando como un loco. No nos corresponde a nosotros especular si realmente se puede encontrar a Dios o si el objeto de esa búsqueda es tan inasible como su nombre.

Moni Vega nos plantea recordar, a la manera de Pitágoras o de Platón. Recordar aquello que el alma sabe desde siempre. Sabe porque ha sido parte de un todo más grande: “…somos estrellas de una misma constelación… ”, nos dice.

            En la sociedad actual solemos utilizar la palabra locura para describir realidades diferentes. A veces, para referirnos a estados psíquicos o personas que padecen enfermedades que entran en la clasificación psicológica de la locura. También usamos la palabra para describir situaciones difíciles de encuadrar en nuestros paradigmas, decimos por ejemplo ¡qué locura esto! ¡qué locura aquello! Pero pocas veces usamos el término locura para referirnos a lo sagrado. Sin embargo existen tradiciones, en Oriente y en Occidente, para las cuales la locura es un estado de la mente que sólo puede ser infundido por un dios. De hecho ésta era la característica del chamán, del sacerdote, de la pitonisa.
Así es como místicos y poetas a lo largo de la historia se han entremezclado, cuestionando las verdaderas fronteras de la mente. Locura, en este sentido, es una capacidad de ver más allá de la realidad del cuerpo y la materia, es la habilidad de conectarse con los mundos sutiles, con las dimensiones espirituales del ser.      

Por eso buscar a Dios y escribir poesía son actos de locura. Sólo un loco puede buscar a Dios en este mundo. Sólo un poeta y un loco, portador de ese fuego sagrado que impulsa la búsqueda y da vida a la creación. Ésa también es la locura. Pero es esa lo/cura que cura a quien la padece, que repara porque une lo que antes estaba separado. Y ambas son formas de despertar. Moni Vega se reconoce a sí misma “… hambrienta de eternidad… ” y escribe. Poesía. Para saciar el hambre. Y cuando ella sacia su hambre, que a la vez crece aún más en la búsqueda, nos sacia a todos, nos deja un poquito más cerca de ese momento primordial en el que el Verbo ya existía.
Yo la he visto corriendo por la plaza, gritando como una loca ¡Busco a Dios! Y la he visto perderse y encontrarse y volver a perderse para resurgir cada vez más íntegra, cada vez más ella. Y como parte de esas pérdidas y reconocimientos, quedan los libros, por suerte, como testimonio de toda resurrección: “… soy el abismo/que se yergue de sí- dice…”. “… hay conexiones entre el amor y el veneno/ aunque no emerjan/ de la misma grieta…”.

Este libro particular transita desde la lo/cura hasta la curación a través de los capítulos que lo constituyen. Reconocerse en lo oscuro abre este viaje, donde los poemas nos llevan a hacer luz en los aspectos de nosotros que no hemos reconocido y nos invitan a vernos de una manera más total. Asomar a la luz, como un llamado, como un destino de esas almas que recuerdan su pertenencia a la constelación. Sólo la Belleza, porque sólo la belleza nos redime, que es otra forma de decir amor.
Así, transitando de la noche al día, aliándose con la duda, compañera fiel de toda búsqueda verdadera, Moni Vega nos invita a experimentar la curación que se produce cuando dejamos de sentirnos separados.

La búsqueda de Dios, la poesía, y todas las expresiones que emulan el acto creador son la medicina que puede curarnos cuando olvidamos nuestro destino, que persiste, atado a las estrellas. En las propias palabras de Moni: “… nacida dos veces/ es incapaz de resistir/ el resplandor de los relámpagos…”.


Graciela Caprarulo

Buenos Aires, 1 de Abril de 2013

Presentación Libro Lo/Cura de Moni Indiveri de Vega








viernes, 11 de octubre de 2013

ANTICIPO


Lo/cura, de Moni Vega.
Un desafío a asumir la singularidad de nuestra existencia.


La poesía de Moni Vega en Lo/cura nos ofrece un acceso a la experiencia mística en coordenadas contemporáneas (post-modernas) que nos permiten percibir el trasmundo, inframundo, submundo, supramundo que se esconde en las vivencias cotidianas. Pero el precio a pagar por acceder a semejante riqueza del ser es estar abiertos a la Lo/cura, a vivencias que exceden el mandato de normativización a través de la producción y consumo como dialéctica decadente del relato moderno. El bienestar estandarizado ahoga las posibilidades de las personas y las comunidades y conduce a la locura en un mundo ausente de Dios y de toda referencia de sentido, al carecer de amor y solidaridad. Las fracturas parciales a la que nos expone la Lo/cura nos permiten asumir la existencia como desafío para encontrar nuestra singularidad y posibilitar un encuentro verdadero. Se trata de atravesar el proceso dialéctico dolor/alegría, duda/certeza, dolor/alegría, luz/tinieblas, inquietud/calma. La Belleza como reflejo sublime de lo divino nos invita a afrontar con esperanza estos desequilibrios, se trata de hitos necesarios en la búsqueda de la propia síntesis de plenitud y sentido. Lo/cura intenta expresar la manera paradójica en que la búsqueda de Dios se convierte en curativa para la persona y el mundo.


SALVO, Adrián

el mar en mi balcón

en el esférico recipiente
reposan en el fondo
caracoles del Pacífico


la voracidad de la ola
anida en mi recuerdo
y soy sol
a veces agua
enfrentados en su propio
baile

quiero volver
despertar amaneceres
escondidos en la noche
oler verano en la brisa
sentir en mis pies
el embate de las aguas

sumerjo mis dedos que buscan
imborrables sensaciones

sumergida quiero sentirme 
aunque el vidrio limite
mis recuerdos

                                               

Moni Indiveri de Vega


Fotografía de Sergio Vega
La Pionera - Uruguay


Soy una persona simple, fácil de conformar.

Me equivoqué tantas veces como me fue necesario. Reconocer los propios errores es la mejor forma de aprender. Me levanto en cada caída, sostenida por Aquél que se ve solo con los ojos del alma.

Me relaciono bien con los otros. Siempre encuentro en ellos, algo que me atrae.  El deseo imperioso de comunicarme me habita desde muy pequeña. Eso me lleva a poseer una capacidad de diálogo bien desarrollada.

Soñadora. Con sólo cerrar los ojos, percibo un mundo mágico que me deleita. Las imágenes se suceden sin hacer ningún  esfuerzo. Eso dibuja sonrisas en mi rostro. Soy alegre desde que me acuerdo. En el aspecto personal es por lo que más rezo: nunca perder la alegría.

Es muy importante para mí  hacer crecer el espíritu. Alimentarlo dando respuesta al propio deseo de búsqueda, para tener respuestas nacidas de la sabiduría y no del capricho.

Me gusta conocer el origen de las cosas. Recorrer los diversos caminos que ha hecho la humanidad, respetando sus culturas y creencias.

Soy una de las personas que tuvimos la suerte de darnos cuenta, que conocer  los talentos recibidos de lo Alto,  es fundamental para el crecimiento personal. Saber en qué  tengo  que poner el acento para que al trabajarlos, consiga acercarme lo más posible a la misión que me ha sido encomendada.

Experimentar todo lo que me sea posible en el hacer, especialmente  con otras personas.

Es el diálogo el mejor camino para darme a conocer y, a su vez, poder conocer mejor a los otros.

La memoria almacenó todas las experiencias, las preguntas, los descubrimientos.

El entusiasmo me desborda la creatividad. Tanto la mente como las manos son los instrumentos que me ayudan a concretar inspiraciones. Pero la mejor de las experiencias, las místicas. Aquellas donde me siento columpiada en el Amor de Dios. Poder llegar a sentirme  la punta de sus dedos o el ángulo luminoso de su mirada.

La palabra fluye concretándose en un lenguaje cotidiano que  inserta la vivencia del Creador.

Ser poeta, es lo más intenso que puedo vivir, después de conocer el amor matrimonial, ser madre y abuela.

Cuando escribo abierta a lo que fluye de lo Alto, puedo llegar a ser apóstol sin mover mis pies ni mis manos. Me gusta hacer literatura para no especialistas,  inquietar a los que no tienen la posibilidad de abordar lo bello de las palabras, con textos profundos que se han ido escribiendo en mi alma, a medida que he meditado la Palabra.

Todos los fundamentos de mis intenciones nacen del Amor que Dios me tiene.  Soy respuesta a su invitación a crecer y ser más. Tomada de la mano de Jesús y de los seres que amo, peregrino la piel del universo, sembrando amores y palabras regaladas.

Moni Inviveri de Vega
Composición "Inspirada de lo Alto" de José Vega

lunes, 7 de octubre de 2013

Ser abuela
 

          ¡Son mi  alma, en parte!
          ¡Son mi carne, en parte!
          Aunque  toda mi alegría.

          Amar y quedarme en ese sentimiento que  llena el alma .
          Sentir el dolor de parir, sin estar pariendo.
          Escuchar el grito que inaugura la vida de ese ser que tiene tanto que ver conmigo, pero  que no es mío.

          Si hay algo en que doy uno y recibo cien nuevamente.
          Si hay una empresa que no es propia, pero de la cual me siento sostén invisible.
          Si hay una mantilla en  la que caliento el cuerpecito de ese nuevo ser,  aún junto a aquél que,  para mi corazón,  es mi niño o mi niña.

          ¡Eso es ser lo que soy!

          Aprendiendo a callar.  Dejando que el  camino que inician lo transiten  según su saber y entender.
          Sin  cruzar el límite que marca dónde comienza la libertad del otro, la intimidad de esa nueva familia.

          Apretar la mano de mi compañero,  tan autor de la vida  de ellos, como yo.  Compartir la experiencia de ser la base de un abanico que se abre, pleno de colores diferentes. Nuevas identidades que  algo nuestro tendrán.

          Y el cuerpo que envejece, rejuveneciéndose, para alojar en el hueco de  sus brazos a la tierna vida que palpita. He de cantarle una canción de cuna que  aprendí  en los brazos de  mi madre.

          Testigos del crecimiento de las familias de cada uno de nuestros hijos.
          La vieja casa llena de nuevas voces.
          Preguntas cuyas respuestas están, pero esperan el momento oportuno para ser dadas.

          Y mi cara lamida con el primer beso de ese ser que me recuerda a otro, mientras mis manos tejen puntadas a la par que ilusiones. Imágenes del pasado y el futuro, borrando los límites del tiempo y el espacio.
                                                   
                                                                            

Extracto del libro: "Voces del alma" de  Moni Indiveri de Vega

La creatividad


 

Explosión de lo que bulle dentro de mí


late y late


sangre que colorea las células
tangencial energía
 

atraviesa mi ser
me imprime fuerza
distrae el pensamiento
juega con el inconsciente
visita lugares oscuros

sana las heridas
 

me siento una chispa de tu Hoguera
un suspiro de tu Fuerza
una lágrima de tu Emoción

Extracto del libro "Voces del alma" de Moni Indiveri de Vega

Voces del alma



Decías pues "¿A qué es semejante el Reino de Dios? ¿A qué lo compararé? Es semejante a un grano de mostaza, que tomó un hombre y lo puso en un jardín y creció hasta hacerse árbol, y las aves del cielo anidaron en sus ramas". Mt. 13, 18-19

Grano de mostaza en tierra fecunda el propio espíritu. Moni fue creciendo sobre la alegría de su vos hasta ofrecernos, generosa, las ramificaciones más entrañables de su escritura. Tanto más valiosa si, además, conlleva la fuerza del testimonio: una vida difícil, llena de pruebas que, sin embargo, la han forjado luminosa y maternal. Nosotros, ahora, al igual que esas aves del cielo, abrevamos en ella.
No tengo dudas de que sus textos tocarán en cada uno de sus lectores aquello que deban, justamente, tocar. Como intermediarios de un mensaje que, como siempre, llega desde otro lado, desde otra Voz.


Ana Guillot

Hoy tenemos en nuestras manos las "Voces del Alma" de una mujer que se animó a expresar con humildad y entrega, con inspiración y confianza aquello que, justifica romper el silencio: decirse a sí misma, diciéndonos algo de la vida.
Recibimos con gratitud y valoración esta bella obra de Moni Indiveri de Vega porque nos trae resonancias de su vida, de la vida y de Aquel que nos la da.

Pbro. Lic. Carlos Avellaneda

Otoño

Abrió el tercer cajón de la derecha de la cómoda de nogal. La embargó el perfume inconfundible de su madera. Lo dejó abierto y se miró. Reproducida en el cristal, no reconoció sus ojos. Tampoco su boca ni las manos. Lo que sí permanecía igual era su pelo. Sujeto en la nuca con una hebilla, sin poder  alcanzar  algunos, muy cortitos,  que se movían con libertad enmarcando su rostro, como pelusas sin docilidad. Levantó sus brazos. Con las manos temblorosas desprendió lo que sujetaba su melena que, sin ser igual, conservaba el movimiento que siempre la había caracterizado. Metió los dedos entreabiertos. Como canales plateados se fueron ubicando los cabellos en diferentes manojos, y sintió ganas de que fuera de nuevo 1965. Introdujo las manos en el cajón a medio abrir. Tanteó lo que iba ofreciendo resistencia, hasta sentir el frío del acero enredado entre los elementos de costura. Dio con la otra punta, la que tiene como dos ojos, para introducir los dedos y tiró hasta ponerla al descubierto. No condecía la calidez del carey con el frío de las dos hojas de un solo filo de la tijera.
Siempre le había dicho a él: -Lo mejor que me pasó en la vida fue envejecer juntos-. Pero aquello ya formaba parte de lo pretérito. Con la fuerza necesaria para empuñar la tijera, comenzó. A manotones fue juntando puñados que, al encuentro con el filo, caían como cascadas sobre sus pies. La espalda también se enriqueció con el manto de plata. Se levantó. Buscó el papel de seda que esperaba sobre el lecho. Recogió lo que ya no era suyo. Lo colocó sobre el mismo  y los envolvió, con delicadeza, mezclando entre ellos, los mejores momentos de su vida. Se acercó al ataúd, desprendió la camisa de Guido, y acomodó sobre su pecho la entrega.  Ése era el lugar.


                                                    Moni Indiveri de Vega
Fotografía de Moni Vega

martes, 1 de octubre de 2013















no al hueco por falta de consistencia
sí al despojo

él dispone vestir el alma       de silencio
hace permeable los contornos
y gesta en contemplación
la poesía

sacude      estruja
se vuelve seda
y sale manso             en palabras

círculos de sabiduría
concéntrica
el Aliento


Moni Indiveri de Vega
Fotografía de Sergio Vega
La Pionera - Uruguay

Para Moni Vega de Guadalupe Wernicke



La construcción es ya inmensa. Sobre la roca hay paredes cubiertas de todas las flores más simples. Y los techos y las bóvedas 
llegan a tocar las estrellas. Igual, el obrero no está cansado 
y aún sigue buscando nuevos prados para otras catedrales. 
Son aves las que acompañan la tarea con el canto. El viento 
es la mejor plegaria. Todos los peregrinos saben que la herida 
no quiebra al obrero y que el centro de la obra está en 
sus dos pequeños ojos que brillan. Y en las manos de aquellos 
que aprendieron la consistencia del camino.

Guadalupe Wernicke