lunes, 4 de noviembre de 2013



Presentación del libro
“Lo/cura” de Moni Indiveri de Vega


V Jornadas Diálogos: Literatura, Estética y Teología, 2013
Facultad de Filosofía y Letras - UCA


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La Biblioteca posee la autorización del autor para su divulgación en línea.
Cómo citar el documento: Salvo, Adrián. “Presentación del libro “Lo/cura” de Moni Indiveri de Vega” [en línea]. Jornadas Diálogos : Literatura,
Estética y Teología. La libertad del Espíritu, V, 17-19 septiembre 2013. Universidad Católica Argentina. Facultad de
Filosofía y Letras, Buenos Aires. Disponible en:
http://bibliotecadigital.uca.edu.ar/repositorio/ponencias/presentacion-libro-locura-indiveri.pdf [Fecha de consulta: ….]





JORNADAS DE LITERATURA, ESTÉTICA Y TEOLOGÍA
Presentación del libro Lo/cura de MONI INDIVERI DE VEGA
ADRIÁN SALVO


Puesto a elegir el punto de vista desde el cual presentar la obra poética de Moni
Vega, “Lo/cura”,1 se me ocurre el más oportuno el de simple lector que transmite sus
impresiones más allá de toda pretensión erudita.
En este sentido, habría de comenzar apuntando que el primer acercamiento a la obra
de Moni no me produjo precisamente deleite. Una noche como otras, acabada la jornada de
trabajo habitual, me dispuse a la lectura del texto y desde el comienzo sentí una especie de
trompazo demoledor en pleno rostro, como quería Roberto Artl quien, apelando a una
metáfora del boxeo, pretendía que su literatura funcionara como un “upper cut en la
mandíbula” del lector.
Con esto pretendo aludir a que la poesía espiritual o mística de Moni no recurre a
cierta tendencia de la poesía religiosa que busca conmover apelando a golpes de efecto
sentimentales. Su primer efecto es más bien deconstruirnos, descolocarnos, sacarnos
brutalmente de nuestra zona de confort.
Y, entonces, mi primera impresión fue: “Ah, esto va en serio”.
Creo que mi sorpresa se debe a lo difícil que parece el surgimiento de poesía
verdaderamente religiosa en el contexto de la post-modernidad. Pareciera necesario el
advenimiento de un lenguaje nuevo, de categorías distintas, que no pueden brotar de
consideraciones intelectuales o de elaboraciones técnicas, sino sólo de la irrupción del
Espíritu que “sopla donde quiere”. Y que muchas veces nos agarra desprevenidos (como
me pasó a mí).
Pero el Espíritu del viento arrollador es el mismo de la brisa suave, el Paráclito que
brinda la paraclesis. Y el primer consuelo que tuve como lector fue la sensación de estar
leyendo poesía religiosa y cristiana en mis categorías culturales, es decir, en las categorías que me son propias y afines. Como a muchos creyentes, me ha sido dado el ser conmovido por la lectura de autores de distintos tiempos y latitudes. Pero, en mi caso al menos, no lo ha sido así por respecto a la lectura de autores contemporáneos. Y creo que siempre existe la tentación de quedarse estudiando y comentando a los ya consagrados. Frente a esta tendencia nos advierte Rahner en forma desafiante: “sólo es capaz de conservar su pasado, quien sale a conquistar su futuro”.
Ahora bien, ¿en qué me fundamento para hacer estas afirmaciones? ¿Por qué pensar qué Moni logra expresarse místicamente en un contexto post-moderno?
Recurro, entonces, al texto nietzscheano que ella misma antepone a la apertura de su
obra. El famoso texto en que Nietzsche nos presenta justamente al “tolle Mensch”, al hombre loco, que expresa la “Tollheit” o locura que se deriva de “la muerte de Dios”. Esta profecía anticipa la post-modernidad que advendrá siglos más tarde. Como advierte el mismo loco: “Vengo demasiado pronto, mi hora aún no ha llegado”. Es la locura que se deriva de la segunda y tal vez (?) definitiva “Entmythologisierung” o desmitologización. La locura del racionalismo moderno parece haber arrancado al mundo de su fundamento espiritual, mundo que queda sin referencias, abandonado a un errar sin sentido. Ya no hay más un arriba y un abajo: “Gibt es noch ein Oben und ein Unten?”, nos pregunta el loco del texto nietzscheano.
Y, sí, podemos darle toda la razón en afirmar que hoy no tiene sentido ubicar un
cielo o un infierno en lugares físicos. La teología cristiana ya hace rato ha
descosmologizado los lugares últimos, escatológicos.
Entonces, ¿dónde ubicar un supramundo, un submundo, un trasmundo o ultramundo? ¿Dónde ubicar esos lugares reclamados por el espíritu humano que no cesa de lanzarse a la aventura de encontrar un destino proporcionado a sus aspiraciones?
Nietzsche nos hace conscientes de que ya no podemos retroceder un paso hacia atrás en busca de un mundo que ha sido definitivamente desdivinizado, pero nos advierte también que un paso hacia adelante nos espera el abismo. ¿Hacia dónde ir, entonces?
Moni recoge el guante que echa Nietzsche y se lanza a buscar esos lugares últimos en lo sencillo y tremendo de la cotidianeidad, de una cotidianidad vivida tan intensamente que “enloquece”, pues se vuelve a un tiempo “tremens et fascinans”, como decía Rudolf Otto respecto del misterio. En lo intramundano de la cotidianeidad confronta con la locura en búsqueda de una salida trascendente: “sólo podemos crecer en la noche atravesándola” (p.76).
Ahora bien, su proceso es peculiar, pues se produce de manera distinta y opuesta a lo que nos tiene acostumbrados la tradición de anábasis/catábasis, en que los movimientos opuestos se suceden alternativamente y en que primero se desciende para luego ascender.
Es que las peregrinaciones tradicionales descienden a un inframundo físico, para luego ascender a un trasmundo o mundo transfigurado por la experiencia. Ella, en cambio, en un solo movimiento “amanece cayendo”, según lo expresa un sorprendente oxímoron que sólo es posible en un contexto post-moderno: “amanece cayendo su lastimada condición más y más abismo” (p. 24). Y es en ese mismo proceso en que enfrenta la necesidad de abandonarse a la locura misma: “por debajo la ceguera vislumbra la distancia la ambigüedad confunde ¿entregarse es la locura?” (p. 74).
Parece necesaria a esta altura una reflexión sobre la locura desde el punto de vista psicológico. Durante siglos la locura se consideró como pensamiento disgregado, caótico, sin lógica interna ni valor alguno. Entre fines del s. XIX y principios del XX, la psicología profunda desencadenó un giro copernicano: la palabra que expresa la locura no sólo se ha vuelto legítima, sino que constituye un verdadero lenguaje, un idioma propio, sujeto a reglas específicas, singulares, que exceden la órbita de lo tangible, lo racional y lo evidente porque surgen de eso que no sabemos de nosotros mismos, de lo inconsciente.
La curación no se encuentra, por tanto, en el rechazo y represión de la locura. Sólo se la puede redimir en la medida en que se la asume y se la trata de entender y elaborar.
Como dice San Ireneo, “lo que no se asume no se redime”. Y creo que la originalidad más grande de la obra de Moni es insertarse en el corazón del mundo moderno asumiendo su locura, para, desde allí, ncontrar a Dios.

Mucho de la psicología profunda forma hoy parte del acervo de la sabiduría popular. Dice un grafitti en una pared cualquiera de la ciudad de Buenos Aires: “No reprimas tus locuras, te vas a volver loco”.
Pienso que ese mismo es el mensaje de Moni. Y pienso que se lo dice a Nietzsche y nos lo dice a nosotros. Nuestras locuras parciales ofrecen caminos para sortear la Locura.
Animarnos a transitarlas es un modo de evitar la gran fractura de la psiquis. Las locuras parciales también son portadoras de verdad. Y no hay camino hacia la verdad más propia, única, intransferible que pueda soslayarlas. La Lo/cura es un lenguaje que esconde un grito de salvación en coordenadas desconocidas, fragmentadas, que sólo pueden articularse a través de una escucha distinta, humilde, amigable. Es el lenguaje de los desesperados, de los que no se ajustan a las estructuras de este mundo, de los que no encajan en la propia historia.
Moni se decide a recorrer todos los entresijos de las propias contradicciones para gritar desde ese lugar, entre la luz y la sombra, que anhela redención para lo más humano que anida en cada uno de nosotros, eso que escapa a todo sistema ordenador del mundo, eso que habita entre la Nada y Dios.
Es entonces que la cotidianeidad puede volverse amenazadora. Las inofensivas sábanas cuya suavidad y tibieza acompañan habitualmente nuestro despertar, se transforman en sogas que nos ahorcan en aquellas épocas terribles de nuestra vida en que abrir los ojos es volver a enfrentar la muerte (“un sudor le hace brillar las mejillas un latido le revoluciona el pecho cuando una soga de sábanas la despierta” p. 50). Eso que se entiende sólo cuando se ha transitado tal experiencia límite o se ha acompañado empáticamente a otros que han pasado por ahí.
La autora emprende una aventura espiritual que arrasa con su realidad psíquica y física (“en lo indefinido nace su metamorfosis y el miedo se instala” p. 24), poniendo todo patas para arriba hasta dejar que se instaure un orden nuevo. Hay que tener mucho valor para aceptar ese abandono de seguridades, ese nivel de desorganización psicofísica. Pero no busca escapar fugando a través de una ayuda alienante: “siente que algo la persigue a veces le dan fuerza las raíces” (p. 34).

Si bien la psicología nos ayuda a entender la dinámica de la locura, la razón de la sin-razón, ella no se puede arrogar la pretensión de “explicarla”. Es por eso que ninguna psicología puede controlar el proceso de la cura, sino a precio de domesticar la conducta humana.
Hay una instancia que excede a toda ciencia, incluso a la psicología. Vienen a la memoria los versos de Walt Whitman: “¡Mirad! La ciencia imponente de vista penetrante, contempla lo moderno como desde una alta cumbre, decretando sucesivos mandatos absolutos. Pero ¡mirad de nuevo! El alma está por encima de toda ciencia…”.
Justamente el miedo a la Locura hace que muchas vidas sientan la tentación de regirse sólo por lo normativizado, lo que se piensa, se dice, se hace…Ese afán de normativizar es tal vez la promesa de salvación que, en distintos envases, ha venido ofreciendo la racionalidad técnica del mundo moderno.
El alma “liberada por la locura” más que huir del mundo, anhela conectar con él en forma directa y sin defensas para apresar su significado trascendente: “aprender desprendiéndose desnudarse los pies para sentir el latido de la tierra su contextura” (p. 96); “anhelo rebanar una pequeña lámina del planeta saborearla sin condimentos rozarla con la punta de la lengua y recordar” (p. 15).
Moni nos desafía a asumir la singularidad de nuestra existencia. El camino que ella nos muestra atraviesa un proceso dialéctico de dolor/alegría, duda/certeza, luz/tinieblas, inquietud/calma… Haciendo eco de la Belleza, nos invita a afrontar los desequilibrios como hitos necesarios en la búsqueda de la propia síntesis.
Sólo entonces es posible la salida, el “ascenso”, una vez que la persona alcanzó su integridad singular y se ha liberado del mundo como “manicomio” para habitarlo como lugar de salvación: “puedo volar hasta donde no conozco no habito ya entre paredes blancas” (p. 116).

1 MONI INDIVERI DE VEGA, Lo/cura, Nuevo Hacer. Grupo Editor Latinoamericano, Buenos Aires, 2013. Las

referencias a la obra se dan colocando entre paréntesis (p. seguido del número de página).

1 comentario:

  1. La experiencia de haber participado en las Jornadas LET 2013, ha sido muy enriquecedora para mi. Aprovecho para agradecer a Adrián Salvo el haberme puesto en contacto con las autoridades de la UCA. Ya todas las personas que, desde el claustro universitario, me atendieron con tanta eficiencia y profesionalidad.
    Moni Indiveri de Vega

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