viernes, 21 de marzo de 2014

Ser abuela



            ¡Son mi  alma, en parte!

          ¡Son mi carne, en parte!
          Aunque  toda mi alegría.

          Amar y quedarme en ese sentimiento que  llena el alma .
          Sentir el dolor de parir, sin estar pariendo.
          Escuchar el grito que inaugura la vida de ese ser que tiene tanto que  
 ver conmigo, pero  que no es mío.

          Si hay algo en que doy uno y recibo cien nuevamente.
          Si hay una empresa que no es propia, pero de la cual me siento sostén  invisible.
          Si hay una mantilla en  la que caliento el cuerpecito de ese nuevo ser,  aún junto a aquél que,  para mi corazón,  es mi niño o mi niña.

          ¡Eso es ser lo que soy!

          Aprendiendo a callar.  Dejando que el  camino que inician lo transiten    según su saber y entender.
          Sin  cruzar el límite que marca dónde comienza la libertad del otro, la  intimidad de esa nueva familia.

          Apretar la mano de mi compañero,  tan autor de la vida  de ellos, como  yo.                         
          Compartir la experiencia de ser la base de un abanico que se abre,  pleno de colores diferentes. Nuevas identidades que  algo nuestro tendrán.

          Y el cuerpo que envejece, rejuveneciéndose, para alojar en el hueco  de  sus brazos a la tierna vida que palpita. He de cantarle una canción de  cuna que  aprendí  en los brazos de  mi madre.

          Testigos del crecimiento de las familias de cada uno de nuestros hijos.
          La vieja casa llena de nuevas voces.
      Preguntas cuyas respuestas están, pero esperan el momento oportuno  para ser dadas.

          Y mi cara lamida con el primer beso de ese ser que me recuerda a otro,  mientras mis manos tejen puntadas a la par que ilusiones. Imágenes              del pasado y el futuro, borrando los límites del tiempo y el espacio.
                                                   
                                                                            



texto en prosa de Moni Indiveri de Vega
fotografía de José Antonio Vega

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