viernes, 11 de octubre de 2013



Soy una persona simple, fácil de conformar.

Me equivoqué tantas veces como me fue necesario. Reconocer los propios errores es la mejor forma de aprender. Me levanto en cada caída, sostenida por Aquél que se ve solo con los ojos del alma.

Me relaciono bien con los otros. Siempre encuentro en ellos, algo que me atrae.  El deseo imperioso de comunicarme me habita desde muy pequeña. Eso me lleva a poseer una capacidad de diálogo bien desarrollada.

Soñadora. Con sólo cerrar los ojos, percibo un mundo mágico que me deleita. Las imágenes se suceden sin hacer ningún  esfuerzo. Eso dibuja sonrisas en mi rostro. Soy alegre desde que me acuerdo. En el aspecto personal es por lo que más rezo: nunca perder la alegría.

Es muy importante para mí  hacer crecer el espíritu. Alimentarlo dando respuesta al propio deseo de búsqueda, para tener respuestas nacidas de la sabiduría y no del capricho.

Me gusta conocer el origen de las cosas. Recorrer los diversos caminos que ha hecho la humanidad, respetando sus culturas y creencias.

Soy una de las personas que tuvimos la suerte de darnos cuenta, que conocer  los talentos recibidos de lo Alto,  es fundamental para el crecimiento personal. Saber en qué  tengo  que poner el acento para que al trabajarlos, consiga acercarme lo más posible a la misión que me ha sido encomendada.

Experimentar todo lo que me sea posible en el hacer, especialmente  con otras personas.

Es el diálogo el mejor camino para darme a conocer y, a su vez, poder conocer mejor a los otros.

La memoria almacenó todas las experiencias, las preguntas, los descubrimientos.

El entusiasmo me desborda la creatividad. Tanto la mente como las manos son los instrumentos que me ayudan a concretar inspiraciones. Pero la mejor de las experiencias, las místicas. Aquellas donde me siento columpiada en el Amor de Dios. Poder llegar a sentirme  la punta de sus dedos o el ángulo luminoso de su mirada.

La palabra fluye concretándose en un lenguaje cotidiano que  inserta la vivencia del Creador.

Ser poeta, es lo más intenso que puedo vivir, después de conocer el amor matrimonial, ser madre y abuela.

Cuando escribo abierta a lo que fluye de lo Alto, puedo llegar a ser apóstol sin mover mis pies ni mis manos. Me gusta hacer literatura para no especialistas,  inquietar a los que no tienen la posibilidad de abordar lo bello de las palabras, con textos profundos que se han ido escribiendo en mi alma, a medida que he meditado la Palabra.

Todos los fundamentos de mis intenciones nacen del Amor que Dios me tiene.  Soy respuesta a su invitación a crecer y ser más. Tomada de la mano de Jesús y de los seres que amo, peregrino la piel del universo, sembrando amores y palabras regaladas.

Moni Inviveri de Vega
Composición "Inspirada de lo Alto" de José Vega

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